Reportajes

Los senderos del Parque Futangue: donde lo remoto se volvió accesible

23 de marzo de 2025 | 12:00
La belleza natural de la selva valdiviana del Parque Futangue ahora se comparte con otros. Crédito: Cinthia Soto A.
El libro “Territorio Narrado: Crónicas de la Región de Los Ríos” fue publicado por el Consejo Regional Los Ríos del Colegio de Periodistas y el Círculo de Periodistas Camilo Henríquez con financiamiento del Gobierno Regional de Los Ríos.

Por Cinthia Soto Arancibia.

Futangue, en lengua huilliche, significa “cañón grande”, e inspiró el proyecto de conservación que actualmente bordea las 13.500 hectáreas en Lago Ranco. El parque Futangue, nombre que lleva en honor al río que lo cruza, es una mezcla bosques vírgenes y majestuosas montañas, cascadas, lagos y campos de lava. 

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— Era un día de esos que no borras de tu cabeza. Mi mirada estaba perdida en la inmensidad y don Gabriel me pregunta: ¿estaremos siendo egoístas contemplando solos todo esto?—, recuerda emocionado Andrés. Era el año 1997. Hoy, casi tres décadas después, ese lugar es una de las reservas naturales más bellas del país.

La conservación del bosque nativo es algo de lo que saben muy bien Gabriel, un visionario, y Andrés Martínez, un apasionado, quienes unieron esfuerzos en la construcción del Parque, intuyendo que en un futuro no muy lejano las personas darían valor a poder caminar por impresionantes paisajes naturales, bosques vírgenes y majestuosas montañas. Andrés Martínez ya tenía experiencia en la creación del Parque Oncol en la costa de Valdivia y, apoyado por el gran “idealista” Roberto Delmastro Naso, potenció su carrera profesional en el Santuario Río y Cruces, y, que posteriormente, se concreta en Futangue.

Por su parte, don Gabriel (como le dice Andrés), soñó por un lugar que permitiera apreciar la naturaleza en su estado más prístino, al que tuviera acceso cualquier persona que quisiera recorrerlo. Lo que un día fue un proyecto individual se abrió a todo el público para que pudiera disfrutarlo.

Caminar por el parque es mágico

Uno de los trazadores de los caminos en el bosque nativo fue Andrés, quien, junto a Gabriel, fueron descubriendo paisajes memorables. En los caminos del parque dentro de la inmensidad del bosque, la magia de la flora y fauna no dejaban indiferente a nadie. Preservar y conservar la naturaleza salvaje de los Andes Patagónicos en Chile es algo que atrae a personas de todo el mundo. Pero esto no se construye de un día para otro y Andrés lo sabía muy bien.

El primer camino tuvo como objetivo crear un acceso para ver la laguna que estaba arriba en el predio. Luego de una nevada y la Puihua (Puelche), gracias a lo congelado del terreno, Andrés comenzó a tomar diapositivas para mostrar las maravillas que había “allá arriba”. Con Gabriel, se propusieron llegar a la laguna construyendo un camino angosto donde subiera un vehículo de doble tracción y hacer senderos en las partes más complicadas. Como ejemplo y referencia tomaron los senderos del Parque Oncol.

El plazo que se auto impusieron para realizar la tarea fue de un mes, ya que estaban acostumbrados a trabajar directo, viviendo en carpas en el predio, dirigiendo la faena y realizando las obras para abrir los caminos.

Lo remoto se volvió accesible, lo pequeño se volvió gigante, lo individual se volvió colectivo.

Las hermanas Calfueque Huequelef: El poder femenino

El 21 de septiembre del año 1997, Andrés Martínez estaba estacionado con un vehículo todo terreno lleno de herramientas y máquinas en el sector de Riñinahue, esperando contratar mano de obra para la construcción del primer sendero del parque, pero ningún hombre se dispuso a sumarse a la tarea. Pasaron las horas y su temor crecía, pero, ¡cómo no!, si era casi imposible conseguir trabajadores luego de las celebraciones de fiestas patrias. Y, aunque las esperanzas eras escasas, desde lejos tres mujeres

caminaron firmes y seguras hacia él. Fresia, Manuela e Isolde. “Usted tiene cara de patrón… ¿tendrá peguita para nosotras?”, le preguntaron. Media hora más tarde, las hermanas Calfueque Huequelef, ya sentadas en el vehículo, acompañaron a Andrés hacia la montaña con el objetivo de instalar en la cima el primer campamento forestal que daría inicio a este gran proyecto y que partió en el sector de la Laguna Pitreño.

— Cuando se corrió la voz en el pueblo de que las mujeres estaban subiendo la carga —, nos cuenta Andrés —, los hombres empezaron a resucitar de las celebraciones y se sumaron más y más a la faena. Se partió a la inversa, desde arriba donde estaba la laguna hacia abajo. Sin haber conexión de camino, lo que fue toda una odisea. Instalamos carpas y teníamos jornadas de trabajo planificadas, en un mes debíamos avanzar lo máximo posible, ya que abrir ese camino significaba mucho más y así lo fueron entendiendo cada una de las personas del equipo. No se trataba solo de cumplir la faena, era un proyecto distinto, un proyecto que daba valor a los intangible”.

Un proyecto de tres páginas

Un organigrama, un resumen ejecutivo y una carta Gantt fueron las tres páginas del proyecto que presentó Andrés a don Gabriel.

— ¿Por qué partiste al revés? —, le preguntó don Gabriel. — Para optimizar la faena —, respondió.

Se hizo un silencio difícil de interpretar, que dió paso a una caminata agachados entre cañas, quilas, taiques y espinas. Don Gabriel y Andrés Martínez caminaron rectos por un sendero maravilloso donde brillaba la laguna y luego de un tiempo de contemplación, se toma la decisión más importante: “Debemos unir esto con lo de abajo”, y así se empezaron a dar las cosas.

Este fue un proyecto a largo plazo, donde la conservación y todas las actividades que se desarrollasen allí tuviesen valor turístico y recreativo, provocando el mínimo impacto posible en el ecosistema. El año 2005 se crea formalmente el parque cuyo objetivo es proteger el bosque nativo, potenciar la educación ambiental y aportar a la comunidad local. En el 2014 se abrió al turismo y tres años después, se inaugura el Hotel en medio de la naturaleza.

El estándar y trazado de los senderos, la ubicación y materialidad de cada una de las construcciones, tienen un sello indiscutido, el ingenio, creatividad y aprecio por la nobleza de los materiales, es algo en lo que coincidieron Andrés y Gabriel, y que sin duda han hecho que sea un factor característico.

Construir no es fácil, pero cuando lo adquieres de tu padre, en un campo de Panguipulli, hace que cualquier desafío por grande que se vea, se piensa y calcula. -De mi padre heredé la capacidad de resolver y de demostrar que se puede lograr ser autosustentable —, dice Andrés, y eso se nota en cada paso que da en medio de parque.

Entre senderos, lagunas, coigües, mañíos y ulmos

El Parque Futangue está ubicado en la precordillera andina de la comuna de Lago Ranco. Al norte limita con el lago Ranco, al sur colinda con el Parque Nacional Puyehue, en la zona del Volcán del mismo nombre y el cordón montañoso del Caulle. Con un bosque de tipo templado lluvioso que se desarrolla bajo condiciones climáticas muy especiales y cuya aislación por millones de años, permitió la evolución de especies de flora y fauna únicas en el mundo. Doscientos cincuenta y cuatro son nativas y cincuenta y ocho endémicas. De estas, veinticinco tienen serios problemas de conservación, como el mañío de hojas largas y el Ciprés de las Guaitecas. De la fauna, el Pudú y la ranita de Darwin se encuentran amenazados.

Como indica Ricardo Moreno, ingeniero forestar de la Universidad Austral (2011) existen dos grandes sectores: Trahuilco y Pitreño. “La alta riqueza de especies registradas en el Parque Futangue es ampliamente dominada por especies nativas (…) el parque emerge como una importante área de conservación, ya que posee los atributos necesarios de un área silvestre protegida: alta riqueza de especies, presencia de especies endémicas, un amplio gradiente ambiental, múltiples paisajes, una superficie capaz de sustentar poblaciones viables y una muestra representativa de la flora vascular de los Bosques Templados en los Andes”.

Pero Futangue sorprende con eso y mucho más. Principalmente por la red de senderos perfectamente conectada, donde la conservación es un sello.

Mezcla entre ingeniería y arte

Conocer a Abelardo Ricardo Huenchu Huequelef, apellidos que en mapudungun significan Bueno y Guanaco rápido, para Andrés fue algo muy significativo. No solo por el trabajo y lealtad que él tuvo para con el Parque, sino porque fue el mejor ingeniero que pudieron tener. Si bien Abelardo nunca pisó una universidad, le bastaba la experiencia adquirida desde la infancia.

— Vamos a hacer un sendero aquí—, Andrés dijo muchas veces a su equipo —, queremos que las personas puedan ver lo bonito de este lugar. ¿Cómo lo haremos para llegar?, miren esa tremenda liana, ¿qué herramientas usaremos?, tendremos que traer un tecle, la roldana. Tendremos que hacer un puente, pero ¿cómo lo haremos?

— Podemos bajar la pendiente y hacerlo más abajo—, dijo uno. — ¿Pero qué pasa si se sube el río? —, preguntó otro.

Más atrás, Abelardo en silencio observaba:

—  Oiga Don Andrés ¿Por qué no ponemos un palo debajo de este muerto y lo anclamos con esta otra roca porque el río en este sentido no le va a roer …?

— ¡Y por la cresta!!! Siempre tenía la razón! —exclama Andrés. Añorar los inicios del parque, es agradecer las habilidades y competencias de cada uno de los hombres que formaron esta historia. Abelardo, sin duda fue quien dejó huella, y pese que falleció producto de la pandemia, no hay un día que su memoria no resuene en el parque.

— Si él hubiese tenido la oportunidad de estudiar, hubiese sido el jefe de todos nosotros. Sin saber lo que era un vector, te descomponía la fuerza a palanca y roldana. Desde su infancia creció en la montaña y fue abriendo caminos a medida que pasaba la vida—. Se hace un silencio, Andrés se emociona.

Todo partió en el Cerro Mayo

Lo que siguió al trabajo iniciado en 1997 fueron los senderos del sector Trahuilco, El Polloihue, que están en la parte norte del Cordón del Caulle y que son parte de los múltiples escenarios que deleitan por su verde infinito. Pero ¿Qué hace que esto sea así?

— Existen tres principales factores —, explica Andrés mirando de fondo un bosque infinito: El primero el geológico, que tiene que ver con la formación de la cordillera, el segundo que es el edáfico por el tipo de suelo de la cordillera después del choque de las placas tectónicas, con cenizas volcánicas, y sobre esto – es decir cerro, la cordillera y el suelo que tenemos- se suma el tercer factor que el clima: día a día, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo a segundo, año tras año, milenio tras milenio han ido cambiando todo esto. Y eso considerando que anualmente a en promedio llueve 3.000 mm al año. La temperatura y la humedad son parte de la zona, explica Andrés, conservar el bosque no es algo azaroso, tiene un sentido y un impacto, requiere sacrificios de algunos árboles que han sido introducidos en el lugar, pero que luego de tiempo, dan sentido al proyecto del lugar.

Son muchos los deportistas que han recorrido las atracciones del parque y han subido la montaña a través del trail running, no solo porque es catalogado como uno de los lugares más hermosos del sur, sino porque en un solo día se pueden recorrer bosques, volcanes y saltos de agua de los Andes patagónicos chileno.

Cuando un sueño individual se vuelve colectivo

Parte del circuito del Lago Ranco, el Parque Futangue ofreces múltiples posibilidades para hacer trekking, además de recorrer las mágicas lagunas Pichi, Polloihue, Pitreño y Los Coipos, destacan las visitas al Sendero Darwin, Piedras Quemadas, Altas Cumbres, El Cielo, el Puente colgante y el reconocido Cerro Mayo. Lo que un día fue solo el sueño de llegar a una laguna, se volvió un proyecto visionario de conservación, que además de invitar a recorrer la naturaleza, permite realizar actividades como la pesca, mountain bike, ascensos en invierno y la fotografía panorámica hacia el lago Ranco, la isla Huapi y el cordón del Caulle.

Se puede llegar a él desde Futrono y bordea el lago por el oriente en dirección al pueblo de Riñinahue (42 km), pasando por Llifén, el Río Calcurrupe y el Río Nilahue. En el sector de Riñinahue está su entrada principal en sector Trahuilco donde está la cafetería, la tienda donde se exponen los trabajos de artesanos locales y el hotel. Además, se encuentra la información turística necesaria para recorrerlo según lo que desee cada visitante, ir al lugar siempre es distinto, a la belleza del bosque, las imponentes cascadas y lagunas, en medio del silencio y en las alturas los paisajes quedan en la retina como una creación sublime con distintos tonos, escenas y colores.

Lo que en un inicio tuvo como objetivo hacer un camino para llegar a la laguna, abrió sus puertas a público para no cerrarlas jamás. Y así lo recuerda Nancy Jaramillo, quien además de trabajar hace más de 10 años en el parque, es vecina del territorio:

— Toda esta área de conservación ha generado mucho empleo, de forma directa e indirecta, se ha dado valor a espacios antes impensados. Si alguien me pregunta si me gusta trabajar aquí, mi respuesta es ¡me encanta!, cuando partí tallando en madera los letreros de los senderos, jamás imaginé todo lo que esto aportaría a mi vida.

Su mirada profunda y orgullosa dice mucho más.

— ¿Te imaginas lo que es despertar cada día sabiendo que podrías ver pudúes, ranitas de Darwin, decenas de aves y mucho más? —. Sonríe y dice —, soy feliz aquí.

Andrés concluye:

— Sin darnos cuenta pasado 27 años y de los 2 roles que eran al principio hoy ya son 8, nunca fuimos a tocar una puerta de que nos vendieran un campo, todo lo contrario, los mismos vecinos los ofrecían, ya que eran de cordillera sin planicie, añadimos predios y nos aventuramos con cada sendero que fuimos creando, junto a don Gabriel sumamos las ideas, el ingenio, la valentía y el coraje para conectarnos con el entorno natural, para vincularnos con la comunidad y para general un impacto educativo con los estudiantes del sector. Sin duda que hay cosas que pudimos hacer de forma distinta, pero si miramos para atrás, no dejamos de agradecer aquella conversación en la montaña donde nos preguntamos si no estábamos siendo egoístas por no compartir tanta belleza. En ese momento supimos, que la historia tomaría otro rumbo y decidimos abrirlo al público.

Sin duda no nos equivocamos.

“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar”.
Antonio Machado,
Extracto del poema ‘Caminando no hay camino’


 

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